Sueño.

Sueño. Sueño con los ojos abiertos, porque a estas alturas ya no puedo permitirme el cerrarlos y dejar de ver el camino. Aunque el camino, a veces, se ve difuso a mis pies, y no consigo diferenciarlo. Sigue siendo de baldosas amarillas, sobre las cuales mis zapatos rojos resaltan; pero la maleza y la dejadez rompen sus adoquines, y lo vuelven un paseo no tan agradable de tomar. Me da igual, de todas formas, no tengo miedo a seguir avanzando, aunque me de respeto no ver más allá de cinco metros ante mi. Por éso no tengo un plan, por éso me quedo en blanco cuando me preguntan "¿Cómo te ves de aquí a cinco años?". No lo sé, y no tengo un plan en mi vida. Intento planificarlo, dibujarlo en un trozo de papel, pero siempre acabo escribiendo cualquier otra cosa que, tal vez, viví en vidas pasadas o viviré en vidas futuras. Pero no en esta. No ahora. No aquí.

Un pellizco en el estómago me avisa que algo va a cambiar. Así es nuestro cuerpo; dicen que no podemos viajar en el tiempo, pero nuestras moléculas lo hacen y son capaces de avisarnos físicamente que algo va a cambiar, aunque no lo entendamos. El agujero de gusano del que hablaba Hawking está en cada uno de nosotros, en cada uno de los espacios que hay entre la materia que ocupamos; si fuéramos capaces de maravillarnos con nosotros mismos igual que nos maravillamos al ver una Aurora Boreal, éste y otros misterios quedarían desvelados. Al fin de cuentas, como decía M.C. Escher, "Asombrarse es la esencia de la vida".

Sueño. Sueño con los ojos abiertos porque no me hace falta cerrarlos para imaginar lo que existe en el espacio donde, supuestamente, no hay nada. Sueño y a la vez vivo la realidad, para así poder seguir asombrándome, para bien o para mal, con cada pedazoo que descubro de los seres humanos, a medida que sigo avanzando por  el camino de baldosas amarillas.

Al menos, tengo una cosa bien clara sobre el camino: sé que no me lleva a Oz.

Skirt - Indrolita

Tights - Madame Chocolat